viernes, 29 de agosto de 2014

Recórtame

Recuerdo un día que estabamos en el supermercado inherente, fué a buscar material en la tienda dónde tenían prohibida la venta de material. Le dijeron que no podía permanecer en la tienda y enseguida volvió, diciendo que había conseguido comprar imposibilidad y negación. O beberá agua como si de sexo bendito se tratara, o comerá de la sensación de irrumpir su experiencia en trozos calcinables. A veces viene y tiene muy poca fe en la costumbre pero la verdad está en su mente explicar todo lo que pasa. Han sido varias veces las que he soñado con la falacia de la realidad, pero a cambio de otros, no he suprimido la verdad en la materialidad estipulada. Preferiría la meditación a no tener que andar a gatas, si suprimiese el hinchazón que provocan las heridas de hacerlo. Un hinchazón un poco rebuscado, poco peculiar pero bastante alarmante.
Cada vez que el tipo viene, viene oliendo el humo de un panel de tres cristales rotos cortándose la consciencia con grietas mentales. Cree al humo cuando penetra en su mente, pero esta allí para romper su entendimiento de la realidad objetiva.
Siempre habla de que no opina nada y le es indiferente opinar cuando necesita explicarse. Para él la melodía es de dos dimensiones, no tiene profundidad porque no necesita más que narcisismo encubierto de un modo infantil. Pero dejará su presencia lejos de la intersección personal infundada por la ignorancia, abriendo caminos a la luz más proxima en la carretera secuestrada.

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